martes, 18 de septiembre de 2012

Poema
“Los Cuatro Vientos del Llano”
Eduardo Mantilla Trejos

Los cuatro vientos del llano
se han dado cita en el río,
para cantarle al Arauca
que de fiesta se ha vestío. 
El uno maneja el cuatro,
el otro capacho fino,
y sobre el hombro del tercero
como una dama de pino,
descansa el arpa que tiene
su sentir comprometido.
El cuarto viento que lleva
la cédula del prestigio,
y carga sobre sus hombros
siete cantares antiguos
prorrumpe con su voz clara
en medio del regocijo.
Un poco más de intención
y acompañamiento de arpa,
se necesita mi amigo
para cantarle al Arauca.
Se necesita mejor
ser familiar de la casa,
darle sentimiento al verso
y sentido a la palabra.
Yo que he nacido en el Llano
bautizado en la nostalgia,
confirmado en la ilusión,
y ordenado en la esperanza,
quiero cantarle al estero
tejerle un verso a la palma,
dialogar con los jejenes,
cantar con la paraulata,
hacerle un corrido al sol
y a la luna una tonada,
pero por falta de tiempo
ya que intenciones no faltan,
voy a cantarle a mi río
como las leyes lo mandan.
Cuando Dios estaba haciendo
las carreteras de agua,
y tenía ya al Amazonas,
al Orinoco y al Cauca,
al Meta y al Putumayo
y al fiero río de la Plata,
se propuso hacer un río
que fuera como la patria
de todos los habitantes
de las regiones del agua.
Le puso un manto de espumas
y cien collares de playas,
una sortija de montes
y una diadema de garzas.
Le dió por ojos un cielo,
por voz una serenata,
por sentimiento una copla,
por guardianes mil barrancas,
de padre le nombró el Llano
de madre le puso el arpa,
y no contento con ésto
le puso por oriflama
una hermosa población
que lleva el nombre de Arauca.
“Sabana, por tus Senderos”
Alvaro Ruiz.
Sabana, por tus senderos
con mi inquietud y mi soga
y mi caballo de viento
vengo buscando una copla.
Hacia el lejano confín,
locas de vuelo, ramontan
unas garcitas morenas;
y, en los esteros sin sombra,
vivas rosas vespertinas
que a la brisa se abandonan,
van y vienen, vienen van:
bandadas de corocoras.
Sabana, por tus senderos
voy persiguiendo una copla
altanera que encontré
escondida entre las hojas
de un caujuro solitario
sin nidos y sin palomas
y, después, la ví vagar,
saltando de copa en copa,
hasta juntar su canción
al concierto de las frondas
cuando tejían las chicharras
su cantinela monótona.
Bien se que la encontraré,
sabana sabaneadora,
enastada en un barranco
como bandera sin tropa;
yo sé que la encontraré
socabando tus auroras
sobre los caños del día,
entre luces, entre sombras,
en el vaivén de las palmas
y en el ritmo de las horas.
Cómo no la he de encontrar
en la corriente habladora
de tus caudalosos ríos
y de tus cañadas hondas,
en el canto de nostalgia
que, playas arriba, trota
cuando se pierde entre brumas
la marcha de la canoa?
Como no la he de encontrar
junto a la brisa que doma
el polvo de los caminos,
en la canción juguetona
que estrenan los pajonales
cuando la noche se asoma
poco a poco, paso lento
de morena buenamoza?
Sabana, por tus senderos
vengo buscando una copla,
una copla como aquella,
hecha de luz y de sombra.